El color de Softland
Por Oscar Sáez
CEO, Grupo Softland
Uno de los mayores retos en el que nos encontramos las organizaciones es adaptarnos al nuevo paradigma evolutivo derivado de las demandas de la sociedad. Esto afecta a todos los ámbitos de la organización y en buena medida es el origen de la trasformación digital que afecta a todas las compañías y en todos los órdenes de su organización.
Frederic Laloux nos presenta esta evolución ofreciendo un código de colores a partir de ciertos rasgos. Cada color representa un modelo que tiene su razón de ser, su contexto y todavía puede coexistir, incluso dentro de una misma compañía.
Las organizaciones “rojas” se caracterizan por un estilo de liderazgo autoritario similares, en palabras de Laloux, a las manadas de lobos y fueron en su día revolucionarias y efectivas en determinados contextos.
La evolución a “ámbar” presenta organizaciones piramidales con mando unidireccional y caracterizadas por procesos estrictos y disciplinados, muy al estilo de las multinacionales tradicionales y similares a los modelos que existen en cuerpos policiales o ejército.
En el siguiente nos encontramos las organizaciones “naranja” donde la orientación a resultados en términos de crecimiento y rentabilidad, son los objetivos prioritarios por moverse en entornos muy competitivos; la innovación, el auto emprendimiento y la meritocracia son factores que destacan en la consecución de los objetivos estratégicos.
Como una evolución de los anteriores basada en el aprendizaje de sus fortalezas y debilidades surgen las organizaciones “verdes”. Las organizaciones verdes si bien cuentan con una estructura piramidal, dan prioridad a la cultura y al empoderamiento buscando el compromiso y la motivación, el “engagement”, como elementos fundamentales para poder poner al cliente en el centro de la organización.
¿Hay más? Pues la respuesta es afirmativa. Laloux reflexiona sobre el quinto modelo, las organizaciones “esmeralda” (Teal, en inglés) o de segundo orden basada en una visión que no da nada por supuesto, que se aparta de los libros clásicos, que se cuestiona todo y que se presenta abierta ante una sociedad compleja y en constante evolución. Se acepta el error, como oportunidad de aprendizaje y como manera de abandonar la necesidad de controlar a la gente y las situaciones.
Como decía al principio, estamos ante una sociedad en constante cambio que obliga a las organizaciones a evolucionar o morir, a pensar en soluciones y no en productos, en conseguir tener un “club de fans” y no clientes, en creer en las personas como soporte vital de la compañía y no como una línea del balance, en innovar, hacer cosas diferentes y no repetir y en la que el esfuerzo no es una opción sino la exigencia biológica para permanecer.
Softland ¿del green al teal?